por Detec7 Agencia de Detectives Privados | Oct 5, 2015 | Noticias
Según trascendió, el actor canadiense podría ser llamado a declarar en los próximos días.
El martes pasado, la noticia recorrió el mundo entero: Cathriona White, la joven novia de Jim Carrey , había sido encontrada sin vida en su casa de Los Angeles. Muy dolido, el actor hizo circular un comunicado de prensa, en el que dijo estar «en shock» y «profundamente triste».
Aunque desde un primer momento se manejó el suicidio como principal hipótesis, ahora el sitio de entretenimientos TMZ.com asegura que el protagonista de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos podría verse complicado en la investigación. ¿Por qué? Porque las drogas que habría utilizado la mujer para quitarse la vida podrían haber sido prescriptas para él, bajo un nombre ficticio.
Según trascendió, se trataría de tres tipos de drogas -píldoras para dormir, analgésicos y un regulador de la presión arterial- indicadas por un mismo médico para un hombre que habría recurrido a un nombre ficticio para obtenerlas, una práctica bastante común entre las celebridades de Hollywood que buscan preservar su privacidad en cuestiones de salud. Aunque los resultados toxicológicos aún no se encuentran disponibles, los investigadores desean saber si White tomó esos medicamentos del hogar de Carrey sin su consentimiento y si fue él quien se los proveyó.
De acuerdo a TMZ.com, fueron cinco los amigos que encontraron el cuerpo de la joven el lunes por la noche. Previamente, ella le había confiado a algunos amigos que se encontraba muy triste porque Carrey había decidido terminar la relación inesperadamente; cinco días después, se quitó la vida.
por Detec7 Agencia de Detectives Privados | Oct 2, 2015 | Noticias
El investigado aporta certificados de que estaba destinado en la Fiscalía de Melilla, donde se alojó en un hotel en la fecha del siniestro.
Las pesquisas de un detective privado contratado por la familia llevaron a la identificación del titular del Mercedes, que resultó ser el fiscal imputado.
El juez del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Vélez-Málaga ha ordenado el sobreseimiento provisional y el archivo del caso en el que un fiscal estaba siendo investigado por su supuesta relación con accidente de tráfico en el que resultó muerto un joven motorista el 18 de junio de 2011. En su auto de archivo, al que ha tenido acceso este periódico, el juez afirma que con las diligencias de investigación realizadas «en modo alguno es posible atribuir a un tercero responsabilidad alguna por el fallecimiento».

El fiscal imputado declaró ante el juez el pasado 16 de junio. / SUR
La decisión judicial se produce tras presentar el abogado del fiscal imputado certificados de la Fiscalía de Málaga que recogen que en la fecha del accidente G. M. A. se encontraba destinado en la Ciudad Autónoma de Melilla. Asimismo su defensa ha aportado un certificado del gerente de un hotel de aquella ciudad con el que justifica que el fiscal y su mujer, que también está imputada, pernoctaron en dicho establecimiento entre el 14 y el 21 de junio de 2011.
La acusación particular que ejerce Aurelio García, padre del joven de 22 años fallecido en el accidente ocurrido en la A-7 en el término de Vélez-Málaga, ha recurrido la decisión del juez, que califica de «sorprendente», ya que ha sido adoptada sin remitirle ni a esa parte ni a la Fiscalía los documentos que sitúan al fiscal imputado en Melilla. Sobre este proceder los abogados del padre del joven fallecido afirman que es «relevante» que el imputado aporte ahora esta documentación «cuando han transcurrido más de cuatro años de los hechos y ha recibido toda la información de las diligencias por parte de la Guardia Civil», a quienes admitió que en esas fechas estaba destinado en los juzgados de Vélez-Málaga, aunque negó su relación con el accidente. La acusación particular, además de oponerse al archivo de la causa ha solicitado que el hotel de Melilla remita la factura de pago sobre la pernoctación y que ésta sea acreditada por parte del Ministerio del Interior. Además ha pedido certificado de la compañía aérea sobre si el fiscal o su esposa volaron a Melilla o de regreso a la península, así como fechas y horas.
El juez reabrió la investigación sobre este siniestro, que fue por dos veces archivada, después de que la Audiencia de Málaga ordenara seguir la instrucción del caso tras las pruebas aportadas por la familia del fallecido en las que algunos testigos situaban al fiscal y a una mujer que le acompañaba en el lugar del accidente. Uno de ellos aseguraba que eran las personas que viajaban en un Mercedes Benz de color gris que dejó una profunda huella de frenada en el asfalto.
Las pesquisas de un detective privado contratado por la familia llevaron a la identificación del titular del Mercedes, que resultó ser el fiscal imputado. G. M. A. declaró el pasado 16 de junio ante el juez instructor que aunque no recordaba lo que hizo el 18 de junio de 2011, tenía la certeza de que «jamás» se había visto envuelto en un accidente de circulación con resultado de lesionados o fallecidos y que «nunca» estuvo en el lugar de los hechos.
Montse Martín

por Detec7 Agencia de Detectives Privados | Oct 1, 2015 | Noticias
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por Detec7 Agencia de Detectives Privados | Sep 24, 2015 | Noticias
En junio de 1986, Juan Pedro Martínez Gómez y sus padres sufrieron un accidente con el camión cisterna repleto de ácido en que viajaban. El matrimonio murió en el acto, pero el cuerpo del menor, de 10 años, nunca ha sido encontrado, la familia llegó a contratar a un detective privado.
Se llama Juan Pedro Martínez Gómez, un nombre que quizá no les diga nada. Pero es el protagonista de uno de los mayores misterios de la historia reciente de España: el caso del niño perdido de Somosierra. Un asunto que llegó a ser calificado por Interpol como «la desaparición más extraña de Europa».
Siete de la tarde del 24 de junio de 1986. El pequeño, de 10 años, sube con sus padres, Andrés y Carmen, a la cabina del camión Volvo F-12 adquirido no hacía mucho por 5 millones de pesetas. La granja que había montado el cabeza de familia no había resultado un buen negocio y Andrés tuvo que volver a la carretera. Aquel día de San Juan, salieron de su Fuente Álamo natal (Murcia) para trasladar 25.000 litros de ácido sulfúrico hasta Bilbao, en una cisterna que no era propiedad del camionero, un detalle que luego cobraría bastante importancia. Juan Pedro acompaña a sus padres pues ha acabado con buenas notas el curso escolar. El premio, viajar hasta el norte y recorrer el País Vasco. Pero la ilusión se tornó en tragedia.

Cassettes y ropas infantiles
Porque, sobre las 5 de la madrugada y tras varias paradas registradas en el tacómetro del camión que siempre han resultado sospechosas para los investigadores, el vehículo se empotra a la altura del kilómetro 94,400 de la N-1. Cuando la Guardia Civil llega al lugar, encuentra entre el amasijo de hierros los cadáveres de Andrés Martínez y Carmen Gómez, ya deteriorados por el vertido del ácido sulfúrico fumante (óleum).
Los agentes no saben aún que con ellos viajaba un niño. Lo descubrirían cuando la abuela del crío les preguntara, entre lágrimas: «¡Por favor, díganme que al menos mi nieto se encuentra bien!». Los guardias entendieron entonces por qué en el interior de la maltrecha cabina había cassetes y ropa infantiles.
¿Disuelto en ácido?
Así comenzó el rastreo en busca de Juan Pedro, en el que participaron efectivos policiales, perros adiestrados y todos los medios posibles de la época. Un experto del Departamento de Química del CSIC apuntó la posibilidad de que a Juan Pedro se hubiera disuelto en el ácido.
Pero este extremo quedó descartado al comprobarse que el efecto del óleum durante el tiempo que transcurrió entre el accidente y la llegada de la Benemérita hubiese dejado, al menos, restos óseos del pequeño.
Llevaban un alijo de heroína
Se desmontó lo que quedó del vehículo prácticamente pieza a pieza y se trasladó a un depósito de Cartagena. Un año después, se descubrieron restos de heroína en una «caleta» (hueco) del camión.
La familia denunció entonces que Andrés llevaba semanas recibiendo amenazas de unas supuestas mafias que le exigían que trabajara para ellos como transportista de droga. Y que el hecho de que el niño acompañara a sus padres pudo responder más a un intento del matrimonio de protegerle llevándolo consigo que a un premio escolar.
Coincidía esa hipótesis con que la cisterna no fuera propiedad de los Martínez Gómez. No eran más que supuestos e indicios, pero ninguna prueba.
Durante la investigación también trascendió que algunos testigos aseguraron que habían visto, en el momento del accidente, a un hombre y una mujer salir de una furgoneta, en la que esperaba otra mujer de avanzada edad. Y que podrían haberse llevado al niño.
La familia: «Lo secuestraron»
La familia (que llegó a contratar a un detective privado de Barcelona), sin embargo, mantiene que fue secuestrado antes: tras el refrigerio que tomaron en el mesón Aragón, de Cabanillas de la Sierra, y el momento del accidente, en una de las doce extrañas paradas registradas en el tacómetro.
La última fue la más larga, de medio minuto, y a partir de ahí Andrés aceleró hasta alcanzar los 120 kilómetros por hora en pleno puerto de sierra y perder el control. Según esta teoría, fue en esos 30 segundos donde se sustrajo al menor y, por tanto, ya no viajaba en el camión en el momento de la terrible colisión.
La pista de la autoescuela
Los guardias contaron incluso con el testimonio del dueño de una autoescuela del centro de Madrid que, en 1987, aseguró que una anciana ciega iraní entró en su negocio preguntando por la ubicación de la Embajada de Estados Unidos. La acompañaba, a modo de lazarillo, un niño de 10 u 11 años, que hablaba con acento parecido al andaluz y parecía desorientado.
El encargado del establecimiento juró y perjuró que el crío era Juan Pedro y que la invidente podría ser la mujer mayor que esperaba en la Nissan Vanette apuntada por unos testigos en el lugar del siniestro, pero nada se supo de esa pista. Ni de ninguna otra.
Han pasado 29 años y quizá Juan Pedro ahora ande cerca de la cuarentena, viviendo una vida que no iba a ser la suya, con otra identidad y en otro país. O no.
CARLOS HIDALGO

por Detec7 Agencia de Detectives Privados | Sep 23, 2015 | Noticias
Médico, profesor y ayudante de la propia Scotland Yard, así era Joseph Bell, hombre clave para desenmascarar a Jack el Destripador e inspirar a Doyle
¿Quiénes no conocen hoy las hazañas de Sherlock Holmes, el héroe detectivesco que hizo correr ríos de tinta a su creador, Arthur Conan Doyle (1859-1930), sobre sus enrevesados casos? Nacido en la festividad de Reyes de 1854, como el mejor regalo empaquetado para los lectores de medio mundo, la fecha de su muerte será ya siempre una incógnita porque así lo quiso Conan Doyle, tal vez para inmortalizarle ante la posteridad, como sin duda consiguió.
Sabemos por el propio escritor, según hizo constar en su «Estudio en escarlata», que la estatura de Holmes «sobrepasaba los seis pies –alrededor de 1,90 metros–, y era tan extraordinariamente enjuto que producía la impresión de ser aún más alto. Tenía la mirada aguda y penetrante… y su nariz, fina y aguileña, daba al conjunto de sus facciones un aire de viveza y de resolución».
Entre sus excentricidades, o más bien cualidades, figuraba su asombrosa capacidad para disfrazarse sin ser reconocido, o la maestría con que tocaba su Stradivarius a horas intempestivas. Le volvían loco las galletas, casi tanto como la cocaína, a veces, y el tabaco de su pipa curvada de tres cuartos. Como apicultor era un verdadero tesoro y propinaba unos puñetazos dignos de todo un campeón del cuadrilátero. Por cierto, que la afición al boxeo la compartía con el propio Doyle, quien además era un auténtico forofo del rugby y el golf en sus años universitarios. Para más señas, Holmes residía en el número 221B de la vaporosa Baker Street, en el corazón de Londres.
Pero la nota que le distinguía de los demás detectives, convirtiéndolo en el más excelso de todos, era su gran conocimiento de la química y, sobre todo, su sorprendente capacidad de deducción para desenmascarar al asesino más escurridizo.
Tan minuciosa caracterización llegó a convencerme así de que Sherlock Holmes debía de ser necesariamente el trasunto literario de algún personaje real en el que debió de inspirarse Conan Doyle para lanzar a la fama mundial al mejor detective conocido desde finales del siglo XIX hasta hoy mismo, protagonista ahora de una nueva película estrenada en julio con el título de «Mr. Holmes», cuyo papel principal ha sido asignado esta vez al actor británico Ian McKellen.
Pues bien, esa especie de clon de Holmes en la vida real sabemos ya sin la menor duda que fue el doctor escocés Joseph Bell House (1837-1911), a quien el propio Conan Doyle conoció en la Universidad de Edimburgo mientras estudiaba medicina a sus órdenes desde la misma fecha de su ingreso, en 1876.

Bell, o Holmes, como el lector prefiera, fue un insigne precursor de la medicina forense que puso su portentosa capacidad de observación y deducción a disposición de los sabuesos policiales de Scotland Yard. Nada absolutamente, por insignificante que resultase a simple vista, pasaba inadvertido al examen minucioso de este individuo implacable y perspicaz. Desde la forma de caminar hasta la indumentaria o el modo de expresarse y guiñar un ojo resultaban cruciales para la resolución de un crimen.
No en vano, el doctor Bell explicaba, incansable, a sus alumnos: «El estudiante debe ser amaestrado sobre cómo observar. Para interesarles en esta clase de trabajo, nosotros los profesores encontramos útil mostrar al estudiante cuánto puede descubrir un entrenado uso de la observación sobre temas ordinarios como la historia previa, la nacionalidad y la ocupación de un paciente». ¿No recuerdan acaso estas palabras a las pronunciadas por el mismísimo Sherlock Holmes a su inefable ayudante, el doctor Watson?
Por si persistiese aún alguna duda sobre el increíble parecido entre Bell y Holmes, añadiremos que la célebre muletilla del detective literario a Watson, «elemental…», solía emplearla el profesor con sus alumnos durante sus clases en la Universidad de Edimburgo.
¿Más pruebas para concluir entonces que Sherlock Holmes y Joseph Bell eran uña y carne en el ingenioso cóctel de realidad y ficción elaborado por el habilidoso barman literario Conan Doyle? El doctor Bell supo que su antiguo alumno Doyle había construido a su protagonista tomándole a él como modelo, y no dudó en prologar incluso una de sus muchas aventuras literarias. Bell era un héroe detectivesco en la vida real, como Holmes lo era en la ficción. Scotland Yard recurrió a Bell para que le ayudase a desenmascarar al célebre asesino en serie Jack el Destripador. No cabe duda de que Bell era un formidable genio de la deducción, a quien la existencia de Holmes le enorgullecía en el fondo no sólo por verse retratado en él, sino sobre todo por sentirse inmortalizado.
EL CRIMINAL QUE PUDO INSPIRAR A DOYLE
Es posible que el criminal estadounidense Adam Worth (1844-1922) inspirase a Conan Doyle en la creación del eterno enemigo de Holmes: el profesor James Moriarty. Apodado el «Napoleón del mundo criminal» por el detective de Scotland Yard Robert Anderson, Doyle lo denominó en boca de Holmes como «la araña en el centro de una gigantesca red del crimen cuyos hilos sólo él sabía mover». La mayor mente criminal de la Europa victoriana. Moriarty dirigía en la sombra un complejo sindicato internacional del crimen con la ayuda de su lugarteniente, el coronel Sebastián Moran. Este personaje moriría, junto con Holmes, tras una trágica caída por las cataratas de Reinchenbach en el río Aar, a la altura de la localidad alpina de Meiringen, en Suiza. La muerte literaria de Holmes en «El problema final» provocó un aluvión de reclamaciones por parte de los seguidores del personaje de Conan Doyle, quien debió resucitarle en «La aventura de la casa vacía».
Por José María Zavala/ Historiador.
@JMZavalaOficial

por Detec7 Agencia de Detectives Privados | Sep 18, 2015 | Noticias
El cliente del investigador quería conocer si su esposa tenía un amante y las pruebas delataron al propio hijo del detective
No busques lo que no quieres encontrar o te podrás topar con una desagradable sorpresa. Un detective privado pilló a su hijo menor in fraganti manteniendo relaciones sexuales con la mujer que investigaba, una ex cheerleader de la franquicia de baloncesto Utah Jazz.
Amber Telford, una profesora de danza de 33 años de Utah ( Estados Unidos), deberá cumplir una condena de 30 días de prisión y 150 horas de trabajos comunitarios, después de haber sido pillada teniendo sexo con un menor de edad y haberse demostrado que la profesora recogió al menor en varias ocasiones para llevarlo al parking de una iglesia, donde tenían relaciones.
El marido de Telford contrató a un detective privado para averiguar si su mujer le era engañaba con otro hombre. Pero la investigación le resultó mucho más útil al detective. Su hijo estaba abrazado a la profesora. A cambio de sexo, ella era muy cavidosa con él y le regaló un viaje a Disneyland.
El esposo de Amber descubrió todo esto dos meses después de que ella le pidierá el divorcio.

Al parecer, el Colette Dancing School de Taylorsville (Utah), donde ‘Hot Telford’ impartía sus clases, aprovechaba para compartir cariño y arrumacos con sus alumnos.
El menor tiene 17 años, pero en el estado de Utah la edad de consentimiento para una relación con un adulto es de 16 años para las mujeres y 18 para los hombres.
